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Imágenes, hechos, palabras

 

 

Camilo E. Ramírez

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Imágenes, hechos palabras, tres elementos que participan en cada experiencia. Mientras que las imágenes e imaginación otorgan a la realidad una cierta sensación de consistencia, al tiempo que la van creando, manufacturando, al estilo de un comercial, las palabras (conceptos, teorías, etc.) permiten el pasaje al hecho y tiempo narrado, con sus ritmos de exposición y argumentación; en caso de que las imágenes se tomen como único referente, EL referente, “la verdadera realidad” (Sartori, G. Homo Videns) las palabras permiten salir a otra dimensión, quitarle lo definitivo y categórico de las aplastantes imágenes, ello no implica que se hagan usos y abusos, como cuando se quiere hablar dictando y pontificando todo, otorgando a las palabras una halo fundamental como se cree que poseen las imágenes. Por su parte, los hechos, son ese Real que se escapa a toda forma de imaginación y narrativa, es un núcleo duro de procesar, pero el más importante elemento singular y creativo, que sacude la supuesta primacía de las imágenes, mostrando igualmente los límites, huecos e imposibilidad estructural de poder decirlo todo con palabras. Sin embargo, éstas últimas pueden mostrar lo imposible en un juego del entre decir, como lo es la tecnología, la ciencia (y no el cientificismo) la poesía y el humor, pues reconociendo eso Real imposible de asir, se dan la tarea de mostrarlo, justamente, a través de la fragilidad y huecos que tiene la palabra, a través del entre decir, del arte del incompleto.

En ese sentido, podemos plantear, que los abordajes humanos (educación, política, ciencia, conocimiento, arte, derecho, religión, etc.) se pueden ubicar dependiendo de la predominancia a una cosa u otra: si son aproximaciones a la experiencia humana, a través de generar imágenes (esquemas, estructuras, figuras, suposiciones) cerradas para obturar y ver el mundo, sea a través de palabras (conceptos, teorías, etc.) para narrar/crear/transformar las imágenes, saliendo de su imposibilidad y destino, o formas de hacer ahí con lo incompleto (lo Real) no como falta-error, sino como falta-posibilidad de movimiento, de invención. Dos sucesos:

Un maestro observa a su alumno hacer algo que considera no adecuado, de acuerdo al reglamento de la escuela, en base a lo que dicta el momento, es decir, no está realizando la tarea que se le ha asignado hacer, por lo tanto, infiere que está ante una conducta disruptiva según la norma[1], le llama la atención y la conducta retorna al canino considerado como normal.[2] En un par de horas se vuelve a repetir, y así a lo largo de toda la semana. Al final de la semana, el viernes, el maestro considera que su estudiante posee un problema de conducta y un problema con la autoridad, habla con la coordinadora académica, así como con el personal psicológico de la escuela, en grupo, deciden dar una notificación a los padres del estudiante para tener una junta con ellos. Llega el día de la junta, reunidos el maestro, la coordinadora y la psicóloga escolar, comentan sobre lo que ha sucedido a través de una narración (palabras) donde van apareciendo conceptos psicológicos (imágenes) aderezados con la interpretación particular de quienes ahí están, sin explicitar a que se refieren, todos asumen –sea por ignorancia o por pena de no exponer la propia carencia de entendimiento- que todos saben a qué se refieren dichos conceptos; lo mismo se habla de “bajo control de impulsos”, como de “conducta negativista desafiante”, “ausencia de límites” y “necesidad de normas”, hasta de algunos posibles “rasgos de psicopatía”, “depresión”, “ansiedad”, etc. del cuidado que se debe tener en casa, del compromiso que los padres tienen que hacer con la escuela para que su hijo continúe en el plantel, por supuesto todo esto, en el contexto –se aclara- de una genuina preocupación por la detección, el bienestar y el desarrollo del estudiante y su familia. Situaciones como ésta son el pan de cada día en escuelas, colegios, secundarias, preparatorias y hasta universidades. ¿Qué podemos decir al respecto?

Por un lado tenemos ya lo que sucede, la descripción, así como la visión del reglamento, como marco normativo de derechos y obligaciones, pero ello no resuelve la cuestión, como tampoco plantear que si el estudiante hace eso ahora, qué se esperará de él cuando sea adulto, cuando esté al frente de una familia o de una empresa, dichos que cargan de temor, culpa, supuestas profecías, prejuicios, condimentados de supuesta objetividad psicológica e incluso en ocasiones psiquiátrica, usados para argumentar y sostener una decisión actual. Uno de los posibles efectos es que se haga todo eso y no vuelva a ocurrir lo que estaba aconteciendo, hecho que les daría la idea (post-tratamiento) de que estaban en lo correcto, corregimos, volvimos al buen “redil” al alumno, después, la justificación moralista: nuestros métodos, aunque no seguramente no son los mejores, quizás estamos bien o mal, son efectivos –se dirá en defensa- pero damos buenos resultados y en un mundo como el de hoy, en una institución con tanta gente, es importante hacer siempre…… y demás bla bla bla. Sin embargo sigue sin saberse, ¿qué sucede? Solo hay un bombardeo de imágenes y palabras, improntas que se adhieren a algo y a alguien, que tiene que cambiar.

Por otro lado, si tomamos la experiencia como algo vaciado de sentido, como algo Real, donde lo que ocurre no es visto como un hecho del contexto moral-figuras de autoridad-reglamento (una falta de respeto al maestro y los valores de la escuela) o un signo de claro trastorno psicológico, sino como algo sin sentido, algo del orden de lo Real,[3] que por la forma de presentación, su contexto singular de ocurrencia, porta un elemento singular de la persona. Ello requeriría que el docente y la escuela, se des-localicen en ese lazo social donde se colocan en el rol de agentes que sólo prohíben y regañan, figuras que viven atadas al reclamo, estilo berrinche, ¡Respeten mi autoridad! que ya dijimos, producen paradójicamente, aquello que están buscando evitar, promueven “eso” que están regañando, esos asuntos que se hablan en las juntas, que se escriben en los reportes, que hace perder mucho tiempo, esfuerzo y de paso recursos económicos. Ya que, por más increíble que parezca, es más costoso en todos los aspectos, operar con modelos teóricos-técnicos-psico-educativos en masa, en base a una estrategia y teoría aplicada, que la atención a la singularidad de cada persona, de cada estudiante, a eso que se porta, que no tiene nombre ni nunca tendrá, que no puede conocerse a través de una reducción en una categoría, tabla o cifra, sino a través de poder conocer el sentido y función de eso que ocurre de manera individual, persona por persona, contexto a contexto.

En una empresa, un gerente, desde hace tiempo, emprende acciones únicas para realizar la operación de su departamento, con unos excelentes resultados. Hecho que es señalado por algunos como desviación de las estrategias y protocolos ya establecidos desde hace varios años. A pesar de los beneficios, ello es denunciado por algunos como “juego sucio”, “posible fraude a las políticas de la empresa”, también se destaca  “pensar por su cuenta”, “saltarse la autoridad”, etc. Recursos Humanos recibe las diversas quejas, las agrupa y las pasa más arriba para que el gerente sea citado. El desenlace es  una llamada de atención, no obstante felicitarle por los resultados, le prohíben la novedosa modificación a los protocolos, sin escuchar ni dar oportunidad a que presente en qué consisten tales cambios, ello debido a que le dicen que “siempre se ha hecho así, por algo están esas políticas estandarizadas” Por otro lado le indican que se entreviste con recursos humanos (RH) quienes tendrán la labor de calmarle y hacerle entender la decisión en beneficio de él y la empresa. En esa entrevista el gerente finalmente es escuchado y le permiten exponer a detalle las modificaciones que ha realizado en la operación, comenta que fue teniendo algunas ocurrencias, consultó algunas fuentes, les dio su giro, su equipo le dio muchas ideas, todos aportaron, su relación laboral ya no fue dictada desde arriba hacia abajo, sino horizontal, como equipo; recursos humanos, le escucha y toma nota, se aclaran muchas ideas; posteriormente RH cita a junta de consejo directivo donde expone la necesaria revisión a la luz de dichos hallazgos, a fin de incluir en los procedimientos la invención del gerente, en unos meses aquella “desviación a los protocolos” pasa a ser parte de la cultura corporativa y comienza la capacitación; el lazo corporativo ahora más flexible, está dispuesta a innovar a través de las propuestas (singularidad) que realizan sus empleados, la empresa se transforma a través de un punto singular. 

 

 



[1] Toda norma, toda ley, construye al mismo tiempo, el objeto de deseo. Desde San Pablo, hasta el psicoanálisis es bien sabido que toda ley produce una relación con el objeto de deseo. De ahí que a mayor imposición o prohibición de algo, se produce precisamente –curiosa y paradójicamente- eso que se deseaba prohibir, ¿Recuerdan los tiempos de prohibición del alcohol en EUA? Elemento que a menudo pasa desapercibido por  gobiernos, escuelas y padres de familia, quienes basan su relación con el otro a través de la prohibición, producen lo contrario que quieren producir, al tiempo que no promueven un lazo social donde sea eje la responsabilidad y no la transgresión y la culpa.  (Cfr. Jonas, Hans El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Herder, 1995)

[2] “Y bien, hay dos etimologías del verbo educar: una es, traerlo al camino correcto, me parece que ésta es una definición antigua, represiva, disciplinar, de la educación, otra es caracterizada por la proximidad, del término educere al término seducere, que  significa apartar, descentrar, exponer, cuando hay un verdadero encuentro con la palabra hacemos la experiencia de encontrar mundos que no imaginábamos, que no habíamos visto antes” Del original en italiano. Entrevista a Massimo Recalcati. Radio Kennedy www.voicebookradio.com (Visto en SoundCloud, enero 2016)

[3] Nos referimos a la noción de lo Real, desplegado en el trabajo del psicoanalista francés Jacques Lacan.