Pin It
  

 

Cura por la palabra

 

 

Camilo E. Ramírez

  

Sigmund Freud inventó un procedimiento (el psicoanálisis) de atención a través de la palabra, esto quiere decir, a grandes rasgos, que el sujeto se cura con y a través de su palaba. No de cualquier palabra, sino de una que se ejerce de manera singular: hablar de todo lo que venga a la mente, por más ilógico, sin sentido o vergonzoso que parezca. No es solo hablar de lo que se quiera, buscando quedar bien con nuestro interlocutor, el psicoanalista, sino decidir a voluntad abandonar el gobierno de por dónde irán nuestras ocurrencias, al tiempo que se suspende todo juicio crítico-lógico y moral sobre lo que se vaya diciendo. “…Compórtese como lo haría, por ejemplo, un viajero sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo como cambia el paisaje a su vista" (Sigmund Freud, Sobre la iniciación del tratamiento)

Esa libre asociación del paciente en análisis, que llamamos analizante, no es del todo tan libre. Libre si, del control a voluntad de la persona, no tan libre de los condicionantes y determinantes inconscientes (el hilo conductor) que irá organizando no solo la emergencia de tal o cual palabra, idea o frase, sino su articulación. Eso a lo que el padre del psicoanálisis también llamó “la otra escena” (eine andere Schauplatz) para referirse a los contenidos Inconscientes que determinan la vida consciente, por ejemplo, lo que se dice, hace elige, etc.

Mientras que la vida consciente funciona a partir de un principio de no contradicción, de identidad y tercero excluido, el sistema inconsciente lo hace a través de una lógica diferente: coexisten los opuestos, es atemporal y posee una significación polifónica. Esto quiere decir que un mismo elemento puede poseer, por desplazamiento (metonimia), condensación (metáfora) y figurabilidad, diversos significados. Mismos que antes de analizarlos, parecían inconexos, absurdos, ilógicos y caóticos. Pero que, poco a poco, van mostrándonos sus significados más elementales, en relación con aquello que nos aquejaba.

Es una cura con y por la palabra, donde la palabra se muestra no solo como campo (lenguaje) sino como acto (habla) que muestra nuestra relación de dependencia de esta, al mismo tiempo que transgrede dicho orden, para crear algo nuevo. En ese sentido, diferente a lo que se cree, en análisis no solo está implicada una dimensión de desahogo y catarsis, como cuando alguien nos dice que se siente muy bien después de contarnos algo que le hace sufrir, sino el investigar las lógicas que estructuran, producen y mantienen tal o cual situación, padecimiento y sufrimiento en el presente extendiéndolo hacia el futuro, para buscar subvertirlas; ya que no es solo desahogarse, investigar y entender que del pasado afecta en el presente (permanece en la predicción del pasado) sino sobre todo, construir algo en el presente-futuro a partir de lo vivido; no es solo recordar y recordar, sino reinventar (resignificar) con las mismas piezas, inclusive inventar nuevas, ahí donde el recuerdo y el relato encuentran su límite.

De lo miserable del padecer al mi-ser-hable del padecer, para crear algo diferente con aquello que se vivió y sufrió. Poniendo un punto de basta en el presente, una conclusión, un límite, a fin de crear el presente-futuro, ya no anclados a la nostalgia, sino entusiasmados por el riesgo asumido por un presente-futuro que, al mismo tiempo que es maravilloso, no deja de mostrarnos su constante inexistencia y su necesidad de ser igual y constantemente inventado.  

 

______

*Artículo publicado en el periódico El Porvenir (14.04.2021) sección editorial p.3.