La criminalización de la vida singular

 

 

 por

Camilo E. Ramírez

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 “…porque el discurso analítico promete lo contrario 

al discurso de la evaluación.

La promesa es: “ no serás comparado 

Jacques Alain Miller

 

Las vidas humanas, siempre diversas y singulares, donde el uno a uno posee un lugar, donde la verdad sobre sí mismo siempre es una historia que se despliega en experiencias particulares y únicas, que se resisten a quedar reducidas a un concepto o categoría, a una tabla o definición general; es la vida, mi vida, su vida, la vida singular, subjetiva, esa que posee todo sujeto, que se enfrenta día día a las aplastantes formas de operacionalización a través de nociones pre-establecidas, identificadas ellas con un juego de verdad-poder sobre lo humano, para definirlo y tratarlo, pero reduciéndolo a simple cifra a ser modificada y explotada. No hay que olvidar que la historia de buscar “a los más aptos” ha transitado por la esclavitud, después por la captación de “carne de cañón” para ensanchar las filas de los ejércitos, las primeras mediciones de inteligencia eran para determinar quienes podían recibir un arma y quienes no, así como encumbrar a un determinado modelo educativo (“Aquí solo entran los mejores alumnos”) y sistema político, el acceso al campo laboral, se ofrece la competencia de los mejores, justo porque los gobiernos han fracasado en sus políticas públicas, por lo cual a-normalizan y criminalizan la singularidad, para “pasar la estafeta” a la ciudadanía, decirles, ¡Ustedes compitan! ¡Ustedes mátense por un lugar, solo los más aptos sobrevivirán!…Claro, previamente nosotros fijamos/dijimos qué es eso de, los más aptos.” (Ver serie 3% , Brasil,  2016, Cesar Charlone)

Ese biopoder (Foucault) ha creado la nuda vida (Agamben) las vidas humanas reducidas a LA vida del Zoo, donde todo es igual, aderezado con las transformaciones de la psicopolítica (Byun Chul Han) es  un hilo invisible y poderoso que atraviesa horizontalmente las vidas humanas en diversos ámbitos (mercado, educativo, político, laboral y religioso) tratando de imponer UNA forma de pensar y ser para todos, es una clara y –aparentemente silenciosa- dictadura postmoderna: desde la verdad político militar del terror a la sociedad civil y los contrarios políticos, la cual supuestamente buscando elevar la seguridad de los ciudadanos para defenderlos del “terror” (terrorismo, narco, etc.) les quita sus garantías individuales, como lo es el derecho a la privacidad, pasando por las categorías de eficiencia escolar y laboral que evalúan no en uno a uno, sino uno a muchos; en ellas una persona es sometida a un instrumento de evaluación, que se ha identificado y colocado previamente en el lugar de la verdad objetiva y plena (Cfr. Discurso Universitario, Discurso del Amo, Cfr. Jacques Lacan, Seminario 17. Buenos Aires: Paidós) desde ese momento ya no se es dueño de sí, algo habla por él/ella, en donde sus respuestas serán comparadas e interpretadas a partir de una tabla normativa (numérica y/o descriptiva, lo cuantitativo y cualitativo) que se asume como LA TABLA de la verdad, sea sobre lo que el sujeto posee y sobre lo que el sujeto es, es la misma operación de quitarle a alguien sus derechos, su voz, instalando un estado de excepción permanente.

Metodologías educativas, científicas (psiquiatría, psicología) políticas, religiosas y de mercado, que intentan emular exámenes de laboratorio médico, donde hay medición de funciones fisiológicas, en gran medida operan borrando la singularidad, pues desde su construcción y medición, se debe definir y clasificar - Tal parece que se empelan las palabras "estadística", “ética” y “peligro” para justificarlo todo, mira nadas más, un estado de excepción permanente a travesando todos los ámbitos- a los humanos por bloques (género, edad, capacidad de inteligencia, rasgos de personalidad, etc.) previamente definidos como “tipos de gente” corte arbitrario e inexistente en la realidad, siempre cambiante y diversa. De ahí que siempre una clasificación y definición limite algo en el sujeto, precisamente porque lo fija en un espacio determinado (tabla o teoría), quién opera así tampoco será capaz de encontrar talento, pues lo verá sospechoso, transgresión de sus nociones, desde donde lo observa planteando “Tú eres eso” “Tú estás mal”, “Tú estás bien”. No sin una doble trampa-mentira fundamental: el evaluador y sus instrumentos deben quedar fuera de toda duda, se identifican infalibles-verdaderos con la objetividad y la ciencia –incluso les hacen decir lo que no dicen- la desviación estándar se cree que solo está del lado de quien es evaluado, creyéndose infalibles. Y la segunda mentira: operar con la noción de que los sujetos no cambian, que no son siendo, sino que son algo fijo y listo, no solo poseen rasgos sino que SON sus rasgos, o ¿Acaso no es precisamente la duda imparable de cada entrevistador de RH, evaluador de pruebas de confianza de policías, militares o estudiantes religiosos, estaremos midiendo en verdad lo que medimos? ¿La verdad es un dato, un conjunto de datos y números? ¿Cómo saber si lo que preguntamos y lo que nos dicen “significa tal o cual cosa”? ¿Acaso la teoría considerada infalible -¡ni modo que sea falsa la teoría, si estudié una carrera, una maestría y un doctorado en eso! vinieron de EUA y Europa a capacitarnos, exclaman incrédulos algunos- para ser el cuerpo que dará consistencia e imposibles garantías, no sobre un material en el ámbito industrial, sino sobre los humanos, que inherentemente somos cambio y transformación?

Inclusive, dicho modelo evaluador que le apuesta a la ficción/ilusión/deseo eugenésico, similar al del nazismo, de tener solo a “lo mejor de lo mejor” (¿Lo mejor requiere ser evaluado o simplemente conocido?¿Acaso los grandes empresarios, deportistas, líderes religiosos y políticos -acaso Jesús, Buda, Mahoma- requirieron que se les evaluara para determinar si eran aptos o no para su vocación?) produce un dogmatismo extremo en quienes trabajan y vive$n a través de la aplicación de evaluacione$: consideran les garantiza tal o cual interés institucional y político, a pesar de saber de la existencia de la subjetividad, sus infinitas variantes como personas existen, de reconocer la singularidad, pero hacen funcionar en su modelo administrativo el sujeto de la disciplina, el control (evaluación y evidencia) no se dan cuenta que dejan más desprotegidas a las instituciones que los emplean: ya que al tipificar (operacionalizar) ciertas conductas y rasgos, su forma de presentación en perfiles de peligrosidad (baja-media-alta) o de aptitud para un determinado puesto, se cifra y cierra el asunto, planteándose un "esto es lo que hay que buscar" y por lo tanto “Esto es lo que hay ver" quedando fuera de esa "medida" muchas situaciones sin atenderse, pues no fueron previamente clasificadas, topándose con una imposibilidad epistemológica básica: no existe un metalenguaje perfecto del lenguaje, una teoría de la totalidad, una evidencia/garantía total, no hay Otro del Otro (Jacques Lacan).