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Sigmund Freud siglo XXI

 

 

Camilo E. Ramírez

 

 

El pasaje de “Freud explica” para “Freud implica” tiene como objetivo lo real,

lo que escapa al sentido, a la incompletud -lógica del psicoanálisis.

Jorge Forbes

 

 

Se dice que el psicoanálisis surgió con el nuevo siglo XX. Ese fue el objetivo de Sigmund Freud, al colocarle, como fecha de publicación a su obra inaugural, Die Traumdeutung (La interpretación de los sueños) el año de 1900.

La interpretación de los sueños representa una novedad en el tratamiento al sufrimiento humano, así como un escándalo para la vida humana antes del psicoanálisis, que vivía pensando en que la conciencia era la totalidad de la vida anímica, y lo hace de manera inédita, planteando una tesis antigua y una sorprendente: los sueños tienen un sentido, se puede leer algo en ellos, con el añadido -he aquí la novedad-de que en el soñante confluyen tanto el narrador del sueño como el intérprete, o al menos quien posee sin saberlo del todo conscientemente, de las claves para interpretar su sueño singular. Ya no más el interpretador de sueños será un sabio que se piense posee todas las claves del desciframiento de la vida onírica, sino el propio inconsciente del soñante, quien al dejarse llevar por la “asociación libre”, contándole su sueño al psicoanalista, irá develando su significación.

Después vendrían otras grandes obras de investigación de lo inconsciente, como lo son Psicopatología de la vida cotidiana (ensayo sobre los olvidos, errores, lapsus…) esas curiosidades de la vida humana de las cuales nadie escapa; así como Tres ensayos de teoría sexual, donde el profesor Freud presenta sus hallazgos sobre la sexualidad infantil, las complejidades y laberintos de la sexualidad humana, como esta no aparece en la pubertad, sino que se inicia muy tempranamente en la infancia, configurando la vida subjetiva, amorosa y erótica, no solo en sentido sexual-genital, sino afectivo más amplio; Análisis fragmentario de un caso de histeria (“El caso Dora”) y El chiste y su relación con lo Inconsciente, dos textos en donde se muestra cómo el inconsciente se manifiesta (habla) a través de síntomas histéricos-conversivos, afectando alguna función del cuerpo, con un funcionamiento similar a las operaciones de sustitución y alusión que tienen lugar en los más variados juegos de lenguaje, como son los chistes.

Es indudable la influencia del psicoanálisis en todo el siglo XX, su desbordamiento del consultorio de Sigmund Freud en Viena al mundo entero a diversos campos, como lo son la medicina, la psiquiatría, el derecho, la educación, la historia, la historia de las religiones, la psicología, la filosofía, las artes, la antropología, y un largo etcétera. No existe ningún campo que no haya sido tocado e influenciado por el psicoanálisis.

Sin embargo, una excesiva aceptación -Freud lo intuía- no siempre viene acompañada de un seguimiento de sus premisas más fundamentales. Todos hemos oído frases como “Claro, Freud y el psicoanálisis, son importantes, ello sin duda, sin embargo ahora siglo XXI, necesitamos abordajes más eficaces, más rápidos, antes los cambios vertiginosos por los que el mundo está pasando” Sin embargo, tal frase lugar común, tampoco plantea nada en específico sobre el psicoanálisis y sus aportes, lo acepta en parte, superándolo, enviándolo al museo de la historia, ante los avances de las neurociencias, la psicología conductual, y una psiquiatría basada en contar con un psicofármaco para todo malestar. Y el psicoanálisis, pudiéramos decir, sólo está comenzando.

Y efectivamente, posterior a Freud, fallecido en 1939, el psicoanálisis fue perdiendo su virulencia, su práctica singular, ética y responsable, de lectura del inconsciente, para adaptarse a formas psicológicas estandarizadas y de reeducación emocional del paciente; inclusive surgieron desarrollos teóricos que plantearon que el sentir del analista podía ser la verdad del paciente, como una especie comunicación corazón a corazón, en detrimento de la lectura del inconsciente. Dichos analistas se encargaron de domesticar al psicoanálisis, hacerlo una caricatura, una cosa en serie/seria y muy formal, que evidentemente ya no tenía mucho que aportar al mundo en constante transformación.  Las teorías psicoanalíticas, empezaron a sonar como dogmas de fe, sus seguidores, ministros de culto, en busca de nuevos adeptos; las asociaciones y grupos psicoanalíticos, sectas enclaustradas en las universidades o sociedades psicoanalíticas administradoras de poder, ¿Quién es y quien no es? - apartadas de la vida social y política, atrincherados en sus consultorios, ante los avances de las ciencias y las tecnologías. Siendo a veces esos analistas los más notorios, los que utilizaban para sí y se autoproclamaban los auténticos seguidores de Freud, el psicoanálisis fue dando un rostro viejo al mundo cambiante de la tecnología y la globalización, de los nuevos referentes y malestares del siglo XXI. Ese psicoanálisis definitivamente ya no tiene mucho que aportar, las personas a las que estaba dirigido ya cambiaron, ya no existen.

Afortunadamente, en diferentes flancos del mundo surgen otros abordajes, críticos, y clínicos agudos, que, siguiendo un retorno a Freud, iniciado por Jacques Lacan, no solo buscan, retornar a lo esencial del psicoanálisis, a sus fundamentos freudianos, sino reinventarlo en la sorpresa de su oficio, en los diferentes contextos y ámbitos donde los psicoanalistas trabajan, formas variadas de atener el sufrimiento de las mujeres y hombre de la actualidad. Ojo, los dogmáticos y repetidores siguen estando en todas partes, pero la ventaja es que se esfuman al menor cuestionamiento y diálogo, su ineficacia clínica y argumentativa, los delata.

Sigmund Freud siglo XXI, se refiere pasar de un Freud explica a un Freud implica, como lo ha expresado Jorge Forbes, psicoanalista brasileño, a través de su desarrollo teórico-clínico llamado Tierra Dos. Es decir, ante la ausencia de referentes únicos en todos los campos sociales, propios de la época industrial, jerárquicamente organizada, en un contexto globalizado, permanentemente diverso, flexible y variable, lejos de estándares y formatos únicos de vida agrupados bajo el políticamente correcto “calidad de vida”, el psicoanálisis es una práctica, como pocas, que permite un paso ético singular a través de la legitimación de un sentido de vida singular y una participación responsable en esa forma singular de habitar la propia piel. Donde cada uno somos convocados a realizar una participación singular y responsable ante nuestro deseo de vida, lejos de estándares de cómo ser y cómo no ser (mujeres, hombres, padres, maestros, empresarios, artistas…) lejos del consuelo de “así se deben hacerse las cosas” … ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Quién lo dijo? Donde comienza un camino que no preexiste, sino que cada uno hace camino al caminarlo.