Pin It

Sigmund Freud 

 

Camilo E. Ramírez

 

 

Si en este siglo la clínica aún no ha cambiado, tiene que cambiar. En caso de no hacerlo, quedará obsoleta. Necesitamos pensar la novedad, o quedaremos amarrados a una práctica de calidad inferior a lo que podemos proponer – y tendrían razón ciertas revistas semanales que preguntan si Freud murió- ante las revoluciones que el mundo atraviesa. Respondemos de ya: ni Freud, ni el psicoanálisis murieron.

Jorge Forbes

 

 

Sigmund Freud nació un 6 de Mayo de 1856 en Freiberg, Moravia, entonces parte del imperio austro-húngaro, hoy Prívor, República Checa.

Creador de un método de investigación, el psicoanálisis, que revolucionó la forma de pensar e investigar los asuntos humanos. Inspirando prácticamente todas las ciencias y prácticas. Descubrió, entre muchas cosas, que las palabras tienen el poder de tocar el cuerpo, al grado de incluso transformar su funcionalidad.

Su primer gran obra se la dedicó al estudio de los sueños Die Traumdeutung (La interpretación de los sueños) publicada a inicios del siglo XX, en 1900, en la cual, con paciencia milimétrica, describe los procesos de formación de los sueños, sus mecanismos de figurabilidad y sus vías de interpretación.

El psicoanálisis descubrió procesos mentales hasta antes desconocidos, lo inconsciente, “la otra escena” como también le decía. Para ello, emplea un método que rompe con las lógicas de significación habitual: la asociación libre. El cual fue inspirado en dos eventos clave: un breve ensayo “El arte de convertirse en un escritor original en tres días” del escritor Ludwing Börne, así como el relato del tratamiento de una joven (Bertha Pappenheim) la cual le solicitó al médico que la atendía, Joseph Breuer, que guardase silencio y la escuchara, pues iba a emprender su cura por la palabra (Talking cure)

Posteriormente, Freud se refiere a dicho método como regla fundamental: durante un psicoanálisis se le invita al paciente a que hable de todo lo que se le ocurra, todo lo que le venga a su cabeza, sin seleccionar previamente nada, por más ilógico o sin sentido que le parezca, se le invita a hablar sin censurarse.

“Diga, pues, todo cuanto se le pase por la mente. Compórtese como lo haría, por ejemplo un viajero, sentado en el tren del lado de la ventanilla que describiera para su vecino del pasillo como cambia el paisaje a su vista" Freud (Sobre la iniciación del tratamiento)

Ello va permitiendo que aparezca esa “otra escena” donde tienen lugar procesos inconscientes que dan base a lo que se experimenta conscientemente (sueña, vive, padece, sufre, ama...) siempre con la marca de un no saber del todo: “No sé que me sucede”, “No se qué hacer”, dos preguntas que marcan nuestra condición humana: un no saber, de ahí la duda y la búsqueda, las apuestas...

(Continuará...)