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¿Qué refleja el espejo?

 

Camilo E. Ramírez

 

Toman a una mujer, modelo le dicen, la maquillan, la visten, la colocan en cierto lugar y posición. Hacen las primeras pruebas, le toman fotos y video, rehacen la toma una y otra vez. Cada detalles es cuidado, la iluminación, el viento en el rostro, el peinado estático y en movimiento, la ropa, los accesorios. Se definen las mejores fotografías. Después, en una computadora, gracias a un programa de diseño, éstas se retocarán, cuidando cada detalle, cada imperfección. Para, finalmente, publicarse en diversos medios, impresos y electrónicos, solo aquellas imágenes consideradas cercanas a la “perfección” de aquello que se perseguía…

Una niña, una joven, una mujer adulta, adquiere la revista y pretende someter su cuerpo a ciertas prácticas y condiciones, con miras a alcanzar lo imposible, “ser tan bella como aquella imagen que se vio”, eso que, incluso para la modelo, solo le fue posible gracias al diseño posterior a la sesión fotográfica, tampoco ella misma ES totalmente, ese producto final.

La belleza –en el sentido singular y no de un seguir/someterse a un patrón cultural o moral- de cada mujer, no consiste ni se agota en lo que muestra, sino en lo que está en el campo del entre decir, lo no dicho, en cómo expresa, habita y crea desde la nada, el sentido, lo inefable, para lo cual nunca habrá suficientes palabras, en sí, el detalle de la singularidad del deseo que la habita, vivir su vida de acuerdo a su propio deseo, en su carácter de sujeto, no de objeto a desnudar u ocultar, controlar o descontrolar –binomios de la fantasía masculina.

Una mujer es alguien siempre singular, no capturable con conceptos o teorías, si a pesar de eso, se pretende confeccionar una definición de ¿qué es ser una mujer? es imposible no reducir, cuando no insultar; una mujer es artística, en ese sentido, es siempre creativa. Parafraseando a Jacques Lacan, respecto a que son los artistas quienes adelantan al psicoanalista.... En la exposición de lo que es la vida humana, justamente, son la mujeres quienes muestran los elementos de la verdadera subjetividad, que no la masculinidad, fascinada en catalogar, competir, pretender definir y organizar (con poder y orden) el deseo humano.