Un extraño/conocido llama
Camilo E. Ramírez
“Quisiera, no obstante decirles de paso que no se me ha escapado
algo de inmensas dimensiones cómicas en este rodeo”[1]
Jacques Lacan
Gobiernos, cuando no pueden legitimarse, recurren al miedo, al terror: interno o externo, inventan enemigos aquí y allá, para poder constituirse como los salvadores. Lo mismo hacen los motivadores y supermanes busca víctimas que “salvar”, crean, como la clase política, la pobreza que se requiere explotar más adelante.
La reciente racha de llamadas en Monterrey y su área metropolitana, llamadas que fluctúan entre el fraude (donde quien llama, trabaja con la esperanza e ilusión de quien contesta: su teléfono ha sido elegido entre millones de usuarios, para recibir un premio que consiste en…solo debe de hacer un depósito para gastos de gestión a…¡Finalmente, gracias Dios mío!) y la extorsión (quien llama, trabaja con nuestro miedo: sabemos quién es usted, si no….entonces…) podríamos decir que operan de la misma manera que los comerciales, campañas políticas y estrategias de inversión: buscan tocar el cuerpo de manera singular, afectando la seguridad más básica, a fin de producir un efecto de consumo de ese objeto que se ofrece como la solución a contrarrestar los efectos del miedo. Como cuando alguien, en la actualidad, siglo XXI, olvida su teléfono celular en su casa o éste no tiene batería, su cuerpo, ese de carne y hueso, que es expandible y se organiza por las palabras y las imágenes, sufre los embates de la pérdida de potencia del gadget tecnológico.
¿Por qué siguen funcionando el miedo y el terror como estrategias, políticas, criminales y de mercado? Porque apuntan a un sin sentido, a un vacío de la experiencia humana: a partir de la no regulación instintiva de la vida humana, como la tienen las hormigas, por ejemplo, los humanos debemos crear referentes y organizadores, en base a imágenes y a palabras, que nos otorguen una cierta consistencia a esa invención llamada realidad (mitos, religión, conocimiento, artes, etc.) funcionan como una red de ideas que intentan ocultarnos un vacío fundamental, algo sin sentido ni saber, que nos trasciende y va imparablemente avanzando y que son esas cosas del orden de lo irreversible, como la creación e inventiva, el paso del tiempo y la muerte. De ahí que el miedo, se “cuelgue” de eso inefable de la experiencia humana, de eso imposible de descifrar, un núcleo duro, lo Real, le llamó el psicoanalista francés Jacques Lacan, a eso del orden de lo imposible de describir con imágenes y palabras, pero que no necesariamente está hecho producir miedo o terror, pues al ser algo indiferenciado, puede ser también una fuente inagotable de creatividad e invención, más allá de que las estrategias de gobiernos del miedo y del terror, desean llenarlo con calamidades y peligros inminentes donde curiosamente, ellos son los protectores.
Las estrategia del miedo y del terror, son siempre moralistas y no éticas, donde cada sujeto se implica y participa de sus decisiones. Lo moralista sostiene que el miedo y el terror son efecto de haber errado el camino de las buenas maneras, de los buenos comportamientos, nos pasa eso (gobiernos, naturaleza) – se declara- por las acciones equivocadas, por el pecado, eso que en la sociedades disciplinarias, ya habiendo dejado atrás la época medieval, se transformará en la perdida de virtud, normalidad y salud, para desembocar en el miedo a la pérdida de esa seguridad enlazada a la propiedad privada de los siglos XX, XXI (“SI votan por tal o cual candidato, perderán su casa y su coche, todo el esfuerzo que ha costado adquirirlos”) Al estilo de quien vende protección a comerciantes y al mismo tiempo se torna su azote, si dejan de pagar a cuota. Por ello, tanto gobiernos, como instituciones educativas –una vez que Dios ha muerto, como organizador de la existencia humana de las grandes colectividades, y los valores jerárquicos de la modernidad, disciplina, trabajo, prosperidad, seguir un solo patrón moralista- emplean el miedo y terror como estrategia de control, sea en su cuestión económica (“Se hará usted sujeto a una sanción económica si no…”) emocional-psicológica, biopolítica (“Posiblemente, si no emprende alguna estrategia, pueda afectar su autoestima o desarrollo psicológico…”, etc.) o criminal como efecto de desear buscar la justicia (“No denuncie, se tardan mucho, incluso, puede que eso haga que tengan sus datos, y ave que a veces policía y ladrones están coludidos, militares y narco, y luego si vayan directo por usted, mejor no diga nada, de gracias a Dios que solo fue algo material”) como formas de afectar los cuerpos y las mentes de los ciudadanos, promover el miedo y el silencio como una forma de no- participación, evitación, pero que “Salva el pellejo”.
Revertir cada uno de esos efectos, implicará un posicionamiento personal y singular de cada persona, pues no se puede prescribir ni imponer enfrentar o resolver los miedos, se caería en otro tipo de dictadura emocional, que muchos psicólogos, psiquiatras y hasta algunos psicoanalistas, explotan (“¡Vamos, enfrente y resuelva sus traumas emocionales y psicológicos, para que entonces sea capaz de….!” Como promoción-explotación emocional) Por su parte, el posicionamiento e invención de cada quien, a partir de eso desconocido e innombrable en sí mismo/a, nuestra insustituible singularidad, como pivote creativo inagotable, ya que, así como el gusto, el miedo también se rompe en géneros, y la solución que puede servir para unos, puede no servir para otros, es indispensable inventar formas singulares de lidiar, desangustiarse y superar eso que se ve, que se oye o que se lee en diarios, televisiones y redes sociales, creando nuevos objetos y formas de relación.
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(Foto: Artwork Alien, 1979)*
[1] Lacan, J. Le Séminaire de Jacques Lacan, Livre XI Les quatre principes fundamentaux de la psychoanalyse, 1964. Seuil, París, 1973.
*https://outnow.ch/Movies/1979/Alien/Bilder/064