Crimen en escuelas (2a parte)

 

por

Camilo E. Ramírez

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Podríamos decir/recordar lo que el contexto educativo debería ser, junto a lo que no debería ser, para posteriormente plantear el común enjuiciamiento y bombardeo interminable de qué fue primero, si "el huevo" de la educación en casa o "la gallina" de la participación de la escuela, con lo cual aparecen las pugnas de uno y otro lado (padres y maestros) pasándose "la bolita" respecto a la responsabilidad y participación de cada sector. Por supuesto, en el supuesto debate de ideas, cada grupo se adjudica la verdad, sin poder mediar debate alguno, terminando, muchas veces, en descalificaciones e insultos. 
 
Tomando desde otro ángulo, podemos hablar de la escuela y de quienes ahí participan, directivos, maestros y alumnos, directamente, e indirectamente, padres de familia y clase política y mercado, a través de las transformaciones, estructurales y subjetivas (políticas educativas, subjetividad de la época, etc.) que han producido cambios no sólo en la forma de conceptualizar la escuela sino en estructurarla, en base a modelos educativos y estrategias basadas más  en la administración, la vigilancia y el control disciplinario, que en la producción de sujetos reflexivos, críticos que al tiempo que conocen algunos elementos de eso llamado "su realidad", la transforman. 
 
Hoy por hoy, a cierto nivel, la escuela pública y privada, en cierta medida, es una fuerza de golpeo político, la primera y un negocio, lo segundo. Con esto no quiero decir que no haya docentes y directivos quienes realmente responden a una genuina vocación de enseñanza, sino a la lógica más de fondo de las instituciones organizadas y puestas en relación con las demás en el ámbito colectivo; lo mismo los colegios privados, muchos de ellos privados realmente de lógicas educativas que eduquen, ya no sólo alumnos, sino lamentablemente también a padres de familia, sobre las terribles  consecuencias de defender una apología del crimen y la transgresión. Aunque, de igual forma lamentable, docentes y directivos tienen que padecer día a día el nulo respaldo de consejos o dueños de colegios que en ningún momento tomarán medidas reglamentarias, ya que dichos padres de alumnos son "buenos clientes", que hacen buenas  aportaciones económicas. El mensaje que se lanza y que los mismos alumnos perciben es claro: "Yo puedo hacer lo que se me pegue la gana porque para eso pagan mis papás". Como tales cuestiones estructurales de mercado no se abordan, se desplaza el asunto a cuestiones de crianza, a fin desresponsablizar la participación de la estructura y sus lógicas socioculturales y legales. ¿Que harán las secretarías de estado al respecto? ¿Cuándo se dejará de hablar del sólo acto de un "enfermo mental aislado" para pensar el evento en relación a lo colectivo?
 
Cuando el mismo presidente mexicano ha planteado que la corrupción es un asunto cultural se deja de lado el ejercicio de la misma a voluntad, de manera calculada y bien pensada para la perpetuidad del poder; con el argumento "psi" (mal entendido, pro supuesto, como algo de la mente interna o del cerebro) se "tapa el pozo" del crimen en escuela, para descontextualizar lo que ha sucedido. Precisamente empezar por investigar el sentido de lo ocurrido, partiendo de dónde ha sucedido: en una escuela de una sociedad determinada, en general y en un plantel específico, en particular, es como se pudiera arribar a una comprensión amplia y a detalle de lo que ahí ha tenido lugar, que todavía quizás no hemos alcanzado a dimensiones del todo.