Psicoanálisis itinerante

Un espacio para escuchar y responder desde la singularidad de cada vida y experiencia 

 

Recibida 8/08/2017

Buenas tardes. Me dedico a la docencia desde hace más de 20 años. Siempre he dicho que es la más grande satisfacción de mi vida, ¡me encanta enseñar! Pero desde hace a varios años, encuentro cada vez más difícil, poder realizar mi trabajo, cada vez es más difícil que los alumnos nos hagan caso, que sus padres participen en la enseñanza de sus hijos, además de que cada vez más estamos los profesores llenos de trabajo administrativo: tener que cumplir con los tiempos del calendario y las evaluaciones, en realidad se van llevando nuestras ganas de trabajar, de vivir nuestra vocación. Sé que es algo difícil, que es complejo todo esto, pero me gustaría saber su opinión al respecto, qué me recomendaría hacer.

Gracias

Atte. Profra B.

Comentario

Profesora, gracias por sus letras, cargadas todas ellas de experiencia y saber. De inicio, más que decirle algo en la línea de una recomendación sobre qué hacer, le felicito por sus años de labor en la enseñanza, así como por dar cuenta de sus experiencias en este espacio, dirigiéndome algunas preguntas, que trataré de responder.

Efectivamente como usted bien dice, las experiencias en la escuela, en particular en el aula, en la relación con nuestros estudiantes, nos hacen tomar noticia en carne propia, de los cambios en las formas de pensar la educación, el lugar del docente y el estudiante, así como la transformación en el lazo social con los referentes de autoridad que otrora funcionaran como organizadores (padres, maestro, profesor, médico, político, etc.) Estamos viviendo cambios a todas las esferas, en la forma de organización social más amplia, la forma de ejercer la política, de trabajar, de hacer negocios, de organización familiar, del amor de pareja, así como, en lo que nos ocupa, el campo educativo: hoy más que nunca no es posible ejercer la docencia, ni el aprendizaje -del lado que toca al estudiante, con los referentes culturales que otrora funcionaran de alguna u otra manera (ese pacto social amplio que existía entre generaciones, entre adultos respecto a la educación) gracias a lo cual hoy los profesores requieren re-inventar su forma particular de generar deseo por el conocimiento y lazo con sus estudiantes, ahí donde está un lenguaje y mecanismo industrial del conocimiento, una pura presentación y evaluación del material expuesto, como propuesta educativa imperante en la actualidad, junto al hueco de la tradición que antes bastaba con que alguien ocupara el lugar de docente, para automáticamente ser heredero/a de una investidura de autoridad, respeto y saber, que permitía ejercer la labor. Desde hace más de 50 años esa figura ha ido desgastándose, cayendo, con los correspondientes efectos en el campo educativo, en particular el cuerpo del docente, de ahí muchos de los malestares físicos y de salud que los maestros como efecto de no poder realizar su función básica: enseñar.

Ahora que habla Ud. de vivir su vocación, voy a ser un poco más práctico: toda vocación es un encuentro personal con algo de un objeto que nos sacude, nos hace vibrar de deseo por saber/dedicarnos a tal o cual actividad, no es algo que podríamos simplemente dejar de lado y hacer otra cosa, es algo vital, algo fundamental, que da sentido a nuestra vida, la expande, la amplifica. Son cosas que al tiempo que no podríamos dejar de hacer, precisamente porque responden a un deseo más profundo, no es algo sensible, que de un día a otro cambia, que se puede intercambiar o poner en serie con otro trabajo, sino algo fundamental. Bueno, algo así, es que puede ser tomado para recuperar, al tiempo que se reinventa una nueva forma de circular (enseñar) hoy en la docencia, ya que muchos de los docentes y escuelas con las que colaboramos gustan hacer un elogio nostálgico del pasado, de la tradición, esa que mencionaba anteriormente, que facilitaba la función de enseñar, pero que también –tenemos que reconocer- obstaculizaba el desarrollo de la crítica, la inventiva, la responsabilidad ante uno mismo, precisamente por ser heredera de las dictaduras, del pensamiento obscurantista y dogmático religioso, del sujeto disciplinario, de la uniformidad de cuerpo y alma, y demás etc etc., sin por ello plantear algo en el presente.

De ahí mi propuesta: tomar ese fundamental, ese innombrable de nuestra vocación como docentes, ese sentido que al hacer/sabe y encuentra, pero haciendo una operación nueva, algo que usted pueda inventar dado los alumnos y padres que tiene actualmente, pero no viéndolos como errores u obstáculos en su labor, porque ello nos lleva –me parece- de regreso al lamento actual y a la nostalgia infecunda del pasado, la cuestión sería ¿Cómo voy a mantener e inventar un lazo social nuevo con mis alumnos, primero para ud misma- algo de esa pasión singuoar de su vocación, aún y en ese contexto que experimenta, para ponerlo después en relación con sus estudiantes? De ese recorrido, podrá ir inventando nuevas formas de enseñar, al tiempo que se re-crea como maestra en cada acto, en cada gesto, en cada clase, no con las garantías inexistentes previas, de saber si “algo funcionará o no”, sino de una apuesta y riesgo, que permita conocer, escuchar al otro y así misma.

Saludos 

Atte. Camilo E. Ramírez

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Recibida 23/07/2017

¿Por qué a veces no se busca ayuda? Me refiero a atención psicológica ¿Por qué es tan difícil para una persona cambiar? ¿Reconocer que tiene un problema?

Comentario 

En el contexto actual, tiempo de la exaltación del propio "yo", "mío", del "auto" (auto-estima, auto-conocimiento, auto-comprensión) padecer un problema, para más de uno/a, puede sufrirse como una "herida" doble: por el problema en sí y la cuestión de que se cree que no se debería de tener, ya que eso indicaría que no se es lo suficientemente hombre o mujer, que no se tienen capacidades o habilidades, que no se manejan bien esos temas, por lo tanto buscar ayuda es visto como signo de debilidad, de ahí que se haga la negación y se prefiera sufrir solo/a por orgullo, añadiéndose ésto al sufrimiento que produce la problemática específica. 

Cada experiencia, cada persona se encuentra con sus propios obstáculos. El sufrimiento también funciona en otros momentos como protección para otras cosas. Por eso un problema se instala y dura tanto: por la función de protección para alguien, "gracias a ese problema siempre soy víctima del otro y de las circunstancias" Pudiendo siempre repartir (depositar) culpas en alguien más, entre muchas otras cosas para cada quien. 

Saludos 

Atte. Camilo E. Ramírez

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Recibida 20/07/2017

"Mi madre falleció hace algunos meses. Y desde entonces no puedo dormir. Además siento mucha culpa sobre su muerte. Gracias por su respuesta"

Comentario:

Mi más sentido pésame por el fallecimiento de su madre. Es una experiencia que, sólo quien está viviéndola, puede dar cuenta de lo que es, lo que significa, lo que implica, esa pena. Cada experiencia, cada vida singular, cada pérdida es única e irrepetible. Y desde ahí, podemos decir que no hay patrones, ni formulas, ni recetas de qué es y que no es, como vivir, atravesar por dicha experiencia de vida. Cuando decimos, "te entiendo", "a mi también me pasó lo mismo", estamos colocando una experiencia singular, que es única en la vida de alguien en una noción general y/o universal, lo cual no es cierto, ese "...me pasó lo mismo" es una cordialidad, que si bien se agradece, no puede ser tomada como lo que dice "lo mismo". En ese sentido, solo usted puede dar cuenta de lo que representó su madre para usted, lo que implicó tenerla, ser su hijo (la vida es la condición -todavía- de la filiación) perderla, transformar la relación con su fallecimiento. 

Cuando un ser querido muere nos plantea, además de esa experiencia y sufrimiento particular, un enigma: ¿Cómo vamos ahora a convivir con esa persona, con esa experiencia? Podríamos decir que comienza el tiempo de la memoria, de rememorar, de volver a vivir con sus recuerdos, con sus fotos, videos, escritos, con sus posesiones, su ropa...con todo eso que deja. Nos podemos volver un poco o un mucho, arqueólogos de la vida de nuestro ser querido, al tiempo que inventamos para nosotros, una forma de lidiar con ese dolor. Que por momentos padece de nostalgia (mostos: regreso, retorno, algia: dolor) dolor por un retorno, por un regreso. 

La culpa, esa que también es singular, ¿Cómo es en su experiencia? ¿Culpa de haber hecho o no realizado....?...La muerte es un corte en el tiempo, en la vida, todo el tiempo hay esos cortes, limites en la existencia, violentos, agresivos, que marcan un antes y un después, pero a veces no se ven, no se localizan con claridad, mucho de ello lo produce la sensación del tiempo, de la rutina, de la ilusión de seguridad y permanencia...Más que liberarnos de la culpa, que alguien nos diga, "no, no tienes la culpa" o que no la reafirme, "si, tu eres culpable de tal o cual cosa", la culpa es un efecto de algo, un mensaje -podríamos decir, que nos revela algo sobre nosotros mismos y la relación con las cosas, con las personas. Para des-afectarnos de ella, es posible siempre y cuando, respondamos en primera persona, no repartiendo culpas o justificándonos, explicando tal o cual cosa como si fuéramos agentes pasivos de nuestras vidas. Incluso la culpa misma se resuelve respondiendo por aquello que uno dijo o realizó, disolviendo su "persecución", señalándonos desde otro lugar, retornando, mirándola de frente y diciendo, "pues si, eso hice, eso dije...porque" explicando y asumiendo un papel activo. 

Saludos 

Atte. Camilo E. Ramírez

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Recibida 8/07/2017

"En la escuela se quejaban mucho de la conducta de mi hijo, decían que se portaba mal: que no hacía caso, pero eso no lo vemos en la casa. Cada semana nos decían que sucedía algo nuevo. Siento que las maestras ya se quejaban por cualquier cosa que hacía; me decían que hablara con él, que yo y su papá debemos de poner más limites, hacer algo. La verdad es que con nosotros nos obedece a la primera, no tenemos ningún problema con él. ¿Qué nos puede recomendar?  Gracias"

Comentario: 

Desde hace ya varias décadas, es práctica común de muchas escuelas y colegios, mandar reportes (Avisos, los hay en varios colores) a los padres, respecto al comportamiento de los alumnos. Los hay de conducta, aprovechamiento escolar, entre otros. En algunos casos incluso se solicita la presencia de los padres para una junta con maestros y directivos de su hijo/a, y personal de consejería o psicología, para hablar al respecto.

Debido a que el lazo social -el pacto, podríamos decir- entre los adultos respecto a los niños y alumnos, se ha terminado, se ha roto, el cual consistía en que los adultos consideraran ciertos principios básicos de formación y disciplina, tanto en casa como en la escuela, haciendo funcionar tanto a los padres y a los maestros, ambos ahora, se ven confrontados con la conducta de niños y adolescentes, quedando rebasados, “¡No sabemos qué hace ya él/ella!” –exclaman. A partir de tal desconocimiento del otro, requieren que alguien más no solo les interprete (señales de alarma, que significa tal o cual cosa, como puede resolver un problema, etc.) lo que sucede, sino les asegure lo que pasa y lo que hay que hacer. Ello incluso en la medicina es variable, pues cada diagnóstico se expresará de manera particular en la vida de una persona, en ese sentido también la medicina, como la docencia, es un abordaje caso por caso. En psicoanálisis consideramos que una dificultad, un "síntoma" más bien es una expresión de una singularidad que requiere ser reconocida, una forma de existir, para a partir de ello, crear algo. 

Como en toda práctica, a pesar de que en muchas situaciones puede mover una intención de querer ayudar al estudiante, se han producido excesos de detección (sobre diagnosticar) y referencia, por lo que siempre hay que tener claro:

a)    Qué es lo que ha estado sucediendo en concreto con su hijo/a, aquí deben describirle lo que hace, no el juicio moral, psicológico, etc. de lo que la escuela, el docente o el psicólogo cree que le está pasando.

b)   Cuáles son las medidas y estrategias didácticas que como maestros van a tomar, sea el caso, cuando el estudiante este en la escuela, ya que la estrategia no puede consistir solamente en detectar y referir al profesional, la escuela y el docente siempre pueden implicarse en lo que le sucede a su estudiante, ya que –como usted comenta, las dificultades que ellos mencionan se presentan ante el maestro. ¿En qué materia? ¿En todas las clases? ¿Con todos los maestros? ¿Hay alguna materia en la que no se presente lo que dicen que hace o dice? Esto es de vital importancia saberlo, ya que la tendencia es a tipificar un problema en el estudiante y generalizarlo, descontextualizando tanto el lugar, la situación y las personas ante las que hace tal o cual cosa; y de paso muchas escuelas, se des-responsabilizan de su papel formativo.

c)    Si tanto en la escuela como en la consulta con profesionales (psicólogos, psiquiatras, neurólogos, psicoanalista, etc.) solamente le describen con términos técnicos lo que “tiene” su hijo/a y lo que debe de hacer, y a usted no le queda claro, puede –y debe, si así lo decide- pedir que le expliquen a detalle lo que sucede y como poder colaborar con eso.

Es de vital importancia considerar que más allá o más acá de los términos y/o diagnósticos (psicológicos, neurológicos y psiquiátricos) que le puedan dar para nombrar eso que se dice tiene su hijo/a, la función de la escuela y la educación, tanto en casa como en el plantel educativo, no debe funcionar a través de la coerción, la vigilancia y el control (“¡que se le quite lo que hace!, ¡Que ya no haga eso porque si no lo vamos a correr!”, etc.) sino a través del conocimiento y comprensión de lo que está sucediendo en la situación singular. Una vida, como un problema en la escuela, no es una categoría, un concepto, un conjunto de sañales de alarma, una sospecha con pies y cabeza, un diagnóstico, sino una vida que, de pronto, se le presentó una experiencia, única e irrepetible, que requiere una escucha y observación, atentas al detalle de lo que está sucediendo, y no “meter” todas las experiencias en una sola tipificación, “problemas de conducta”, “bullying”, etc. gracias a lo cual se pierde la riqueza de la experiencia singular... ¿A qué obedecerá lo que hace o dicen que hace su hijo? ¿Qué causará, detonará en su caso singular, lo que hace o dice? 

Saludos 

Atte. Camilo E. Ramírez

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 Recibido 5/07/2017

"¿Qué es lo que debo hacer para resolver un problema de pareja? Hay tantas sugerencias, cada vez que le platico a alguien, me recomienda una cosa diferente. Ya estamos desesperados.

Muchas gracias"

Comentario: 

Las recomendaciones que alguien da, surgen de cómo-ven-ellos-las-cosas, como dice la sabiduría popular "cada quien habla como le va en la feria", aunque puedan darse con las mejores intenciones, son respuestas generales para preguntas particulares, como las que usted se ha hecho sobre usted o su relación. Ya que cada problema, así como su posible solución, solo podrán encontrarse en la singularidad de cada experiencia, persona, vida y pareja. Un gran problema es cuando se dan "estilo receta" sugerencias de qué hacer y qué no hacer ante tal o cual situación.

Pero, y si cada situación es única e irrepetible e implica de manera particular a quienes participan en ella, ¿cómo puede venir una "solución" desde un principio general? Hacer eso, implicará -en más de un sentido- forzar a la persona y relación a tener que ajustarse a patrones generales o de otras personas sobre qué hacer y qué no hacer, entonces cada pareja se adapta a algo, durante un tiempo hasta que "eso" sugerido o recomendado, se desgaste y fastidie, en lugar de responder de manera personal ante lo que sucede, creando "SU" solución para ello. 

¿Qué es lo que sucede a lo que se le llama, problema? ¿Qué es una pareja para usted? ¿Qué implica tener o participar de una relación? Esa desesperación de la que habla, ¿Es una posición de espera a que se solucione algo a modo? ¿Qué se piden? ¿Qué esperan cuando esperan?

Seguir las pistas particulares, los detalles de lo que decimos e imaginamos, posibilita de inicio, conocer a qué nos referimos cuando expresamos, “tenemos un problema de pareja" (¿Con la que tenemos? ¿Con la qué desearíamos tener? Encaminarnos a saber ¿Qué nos dicen (revelan) nuestros problemas "de pareja" sobre la relación, incluso sobre su posible solución o disolución, tanto del problema como de la pareja en sí, implica siempre un riesgo, una apertura, una apuesta y una creación. Ya que si lo que les han dicho no les ha permitido encontrar algo en la línea de la solución de su problema, entonces hay que inventar la solución, más que buscarla como “algo ya existente”. 

Saludos 

Atte. Camilo E. Ramírez

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