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Psicoterapias y Psicoanálisis

 

Camilo E. Ramírez

 

Cuénteme, por favor, lo que sepa de usted mismo 

Freud 

 

Para la psicología (psicoterapias) y la psiquiatría, cualesquier síntoma humano, conflicto y/o malestar es ya un signo de un mal funcionamiento, un trastorno (psíquico, físico, familiar, social...) algo que hay que evitar; dicha concepción es debido a dos cosas: la concepción antropológica con la que operan, así como el modelo médico aplicado a una cosa totalmente diferente al soma (cuerpo de la biología) como lo es “la psique”. Pues mientras que en el ámbito de la medicina, el organismo es algo que se puede medir para establecer rangos de funcionamiento normal y anormal, diferenciar lo sano de lo enfermo, y poder así capturar la noción de salud en espectros, al aplicar ese modelo médico al campo de lo psíquico, la psicología y la psiquiatría se ven confrontadas con dos cuestiones básicas, que son eje fundamental de sus teorías y estrategias terapéuticas: 1) tener que definir ¿Qué es la psique? ¿Qué es lo psicológico? Como también, 2) tener que definir/crear la noción de enfermedad o trastorno mental, auxiliados de la moral de la época y locación, así como de la estadística.

Por más inverosímil que parezca, tanto las psicologías como la psiquiatría operan gracias a la invención de una normalidad /anormalidad que se va a ir a fijar/identificar como equivalente de la noción de salud y enfermedad en medicina, intentándole dar un trato similar, gracias a lo cual es imposible no tener que desarrollar/emplear un modelo ideológico moral de cómo debe ser o no una persona, que debe y no debe hacer. Noción que desde un principio entra en operación en la formación psicológica, psicoterapéutica y psiquiátrica, y tiene su empleo en la forma de considerar y entrar en trata-miento con el otro, el llamado paciente, desde el diagnóstico y el proceso de tratamiento. Entendido el primero como clasificación y el segundo como reeducación (modificación) en base a un modelo previamente establecido como normal/sano.

Por su parte el psicoanálisis (Freud-Lacan) ni el humano ni lo que le sucede son trastornos , desviaciones o errores de funcionamiento  de un “buen ser”; no plantea/impone una visión de lo uno, no es conductista ni moralista, no tiene un protocolo ni modelos normalizadores ni uniformadores a seguir, sino se basa en principios éticos respecto a dos cuestiones básicas: la singularidad que porta cada uno/a y el significado subjetivo (de su vida, de su sufrimiento, de lo que se piensa y hace). Realizar una experiencia psicoanalítica le permite a alguien más allá de apegarse aun modelo “único de vida y normalidad” conocer la propia verdad de su vida, que le habita y que se pone en funcionamiento en lo que hace, desea, piensa, etc. Implicando siempre a la persona en su vida (deseo, sufrimiento, conflictos, etc.) permitiéndole tomar parte en “eso” que le indica su existencia. Cada cosa que le sucede le muestra algo, los llamados síntomas poseen una verdad, son vía para poder acceder a la verdad del deseo que nos habita.

“La función del analista consiste en llevar al sujeto a ese punto, aunque de un modo paradójico: la posición analítica funciona por medio de un no-funcionamiento del analista como sujeto, lo que lo reduce a la posición de objeto (…) En lugar de presentar su problema a algún otro para que lo resuelva, el paciente enfrenta una permutación en virtud de la cual se ve a sí mismo como centro de la dificultad. De ese modo le resulta posible llegar a la verdad de su síntoma, explorando su  fantasma fundamental” (Verhaeghe, 1997)

En la experiencia analítica, la persona pasa de ser paciente, alguien que pasivamente padece algo y presenta su malestar a alguien más para que lo clasifique y trate-modifique, que lo escuche con oídos-disciplinadores, como en la psicoterapia y en la psiquiatría, a un analizante, alguien que busca apropiarse de su historia a partir de narrar su vida, de aquello que le rebasa por ser incomprensible, pero se compromete en conocer y advertir su participación en aquello que hace, desea, sufre, a fin de decidir-construir algo nuevo: al tomar conocimiento de la verdad de su vida singular (no una verdad que es impuesta desde una clasificación de enfermedades mentales o teorías) puede saber por qué es como es, por qué sufre de lo que sufre, como es que justamente a ella/él, le sucede eso y no otra cosa, entendiendo el significado a través de la función que cumple en su existencia. 

 

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