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EL PSICOANÁLISIS LACANIANO HOY:

INGREDIENTES, INDICACIONES Y

MODOS DE USO*

 

Jorge Forbes**

 

Iniciamos aquí un libro acerca del psicoanálisis en el siglo XXI, describiendo lo que entendemos es lo mejor de la clínica psicoanalítica hoy, con la claridad de un recorrido progresivo y racional.

Si en este siglo la clínica aún no ha cambiado, tiene que cambiar. En caso de no hacerlo, quedará obsoleta. Necesitamos pensar la novedad, o quedaremos amarrados a una práctica de calidad inferior a lo que podemos proponer – y tendrían razón ciertas revistas semanales que preguntan si Freud murió- ante las revoluciones que el mundo atraviesa. Respondemos de ya: ni Freud, ni el psicoanálisis murieron.

Examinemos entonces nuestro pasado para reconocer lo que ahora es más  efectivo, ligero [1] y eficiente en el trabajo clínico. Corresponde a nosotros encontrar la mejor manera de lidiar con los síntomas del hombre en la globalización. Hoy, más que nunca, creemos que el psicoanálisis puede tener un campo de acción mayor, si somos capaces de cuestionar nuestros estándares. Vivimos tantos cambios que, al actuar en el consultorio, la empresa, la escuela o en la universidad, es necesario que cada uno se pregunte, cuáles son los conceptos psicoanalíticos que necesita.

Cargamos un gran equipaje acumulado en más de un siglo de historia del psicoanálisis. Los analistas dejaron de valorar lo que todavía les sirve y lo que no. Son como quien hace la maleta cada mes para un viaje, sin preguntarse si usará lo que llevó, o si el peso fue innecesario.

También vestimos indistintamente, pantalones, corbatas, vestidos y blusas de las más diversas épocas. Muchas veces sin darnos cuenta que una blusa ya ha sido reinterpretada en algún año en la década de 1940, o que aquel viejo pantalón tuvo otra bastilla en 1950. Mal nos damos cuenta que citamos conceptos creados en tiempos y contextos distintos, para muchas veces cubrir un mismo universo semántico. Perdidos en nuestra poca claridad, causamos, nosotros mismos, una confusión.

Contra esa postura, mostraremos aquí una lógica que eslabona los puntos más importantes de la clínica psicoanalítica, desde su nacimiento hasta hoy. De manera simple, dividiremos la historia del psicoanálisis en cuatro momentos: (1) el original, de la escucha freudiana; (2) el de sentir lo que no puede ser dicho; (3) el de una nueva escucha, filtrada por la ciencia; y (4) el de implicación –que es el tiempo actual.

Hoy vivimos una transformación paradigmática que exige de nosotros reflexión respecto de cada uno de esos cuatro momentos.

 

LA ESCUCHA FREUDIANA: EL HOMBRE QUE OBEDECIÓ AL SINTOMA Y SE CALLÓ

Siempre encontré fascinante la figura del médico Josef Breuer, un gran clínico de Viena de 1880. El firmó con Freud, el libro inaugural: Estudios sobre la histeria (1893-1895/1974). Es inspirador pensar en ese médico que, mandado callarse la boca por una paciente histérica, hizo lo inesperado y se calló. Haga alguien la experiencia de consultar con un clínico renombrado y mándele callarse la boca, cuando éste le interrumpa el relato de su queja, para ver lo que le sucede.

 No obstante, Breuer se silenció cuando aquella que se llamaba Bertha Pappenheim (más reconocida en la literatura analítica como Ana O.) le pidió: “Déjeme hablar hasta limpiar mi chimenea. ¡Haré la cura por la palabra!”

De hecho, el síntoma mejoró en la medida en la que ella hablaba libremente. Breuer quedó tan maravillado que relató su experiencia al joven médico que lo acompañaba, Sigmund Freud. Éste, por su parte, pudo haber dejado de lado la historia. Sin embargo, influenciado por la suma de algunos factores que comentaremos más adelante, entre ellos, su gran admiración por Breuer, inventó un método de tratamiento por la palabra: el psicoanálisis.

El primero de los factores que incitó a Freud a valorar el relato de Breuer fue su lectura anterior de un libro “El arte de convertirse en un escritor original en tres días” de Ludwing Börne [Loeb Baruch] (1823/1964-1968). Esa obra recomendaba, para ser un escritor, el método de hablar de todo aquello que viniese a la cabeza. Freud gustaba tanto de ese libro que lo llevaba siempre consigo. El segundo factor, posterior al relato de Breuer, fue su encuentro con el gran Charcot en París, cuatro meses de estancia en la clínica del Hospital de la Salpêtrière. Ahí aprendió cómo la palabra toca el cuerpo de la histérica.

En su nacimiento, el psicoanálisis probaba procedimientos para traer a la luz afectos reprimidos, revelando, desde la oscuridad del inconsciente, marcas que perturbasen la vida de una persona. Esta operación la liberaría para seguir adelante, libre de traumas.

El descubrimiento revolucionario de Freud, a partir de la experiencia de Breuer y de Charcot, fue que la queja de las histéricas no debería ser escuchada con oídos disciplinadores, del tipo comúnmente empleado por médicos. Un médico traduce, en su lenguaje técnico, lo que el paciente dice: dolor de estomago pasa a ser llamado “gastralgia”; dolor de cabeza, “cefalea”; etc. La propuesta de Anna O., respetada por Breuer y teorizada por Freud, era diferente a ésta. Consistía en hacer que escuchásemos a las personas en la singularidad de su expresión.

 

EL TERAPETUA QUE “SINTIÓ” LA PALABRA REPRIMIDA

El primer período del psicoanálisis fue superado por otro en el que los analistas ya no veían en el inconsciente la misma exuberancia de los primeros días. Decidieron entonces que la escucha del analizando, hasta entonces rectora del psicoanálisis, debería ser sustituida por el sentimiento del psicoanalista.

La teoría que fundamentó esta escuela proponía, que en los momentos en los que el paciente no consiguiera levantar todo lo reprimido, el analista le explicase que esa dificultad era causada por la existencia de alguna idea insoportable en su psiquismo. Correspondería por lo tanto al psicoanalista ayudar en la digestión de las fantasías agresivas, duras, que el analizando no pudiera acceder solo.

La ayuda para saber lo que el paciente no conseguía decir tenía que venir de alguna otra fuente. Sería el propio analista, que hablaría en base a los sentimientos provocados en sí por el sufrimiento del paciente- la llamada contratransferencia. Por haber sido analizado, el clínico sería capaz de sentir “con pureza”, sin la interferencia de sus fantasías. Algunos dieron el nombre de “maternaje” a esa técnica.

Su caricatura es el analista hablando dulcemente, como se supone una madre hablaría con un bebe. Esa práctica aún perdura. Es representada por frases susurradas como: “¡Veamos! ¡Para otra ocasión, tal vez podamos juntos pensar una forma mejor de superar su dificultad!”

En su enseñanza, Lacan negó esa práctica. En los diez primeros capítulos de su seminario 1 – Los escritos técnicos de Freud – 1953-1954 (Lacan, 20099) se opuso al maternaje y a la utilización de la contratransferencia como recurso clínico. Bajo el estandarte de un “retorno a Freud”, defendió que el sentimiento del analista no es la verdad escondida del paciente. Si así fuese, guardaríamos siempre la ilusión de ser comprendidos totalmente por nuestros padres. Para Lacan, todos somos adoptados. No hay una línea continua de padre, madre e hijo, como en la vida natural. Los animales tienen certezas, los hombres, no. Somos la única especie que tiene dudas, hasta sobre lo que somos. No tenemos conocimiento de nuestra esencia.

Así, Lacan preservaba un espacio en la sesión analítica, en el cual el silencio debería ser escuchado, y no negado y revestido de interpretaciones contratransferenciales. El silencio es para ser vivido sin comprensión, como es el caso de la mayoría de las mejores cosas de la vida.

LA FORMULA DEL SUFRIMIENTO HUMANO

Con sus tesis, en el año de 1950, Lacan decidió contraponerse al establishment analítico. Muchos eran adeptos al uso clínico de la contratransferencia. Sus textos de oposición acabaron por estar entre las grandes referencias psicoanalíticas. En 1957, produjo uno de los más conocidos: “La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud” (Lacan, 1998)[2]

Este escrito afirma que es preciso escuchar la letra de los registros inconscientes, el propio significante, y no sólo el significado del habla del analizando –porque el significante es el conductor del significado, y en él (en la palabra) está la base de las formaciones del inconsciente tratadas en análisis. Para ese estudio, Lacan se sirvió del pensamiento del suizo Ferdinand de Saussure, específicamente un conjunto de clases que fueron establecidas y publicadas por sus alumnos bajo el título de Curso de lingüística general (Sassure, 1916/1917)[3].

En ese libro, se describe el mecanismo de la formación del signo lingüístico. Lacan resaltó:

Pido excusas por parecer deletrear yo mismo el texto de Freud; no es solamente para mostrar lo que se gana sencillamente con no amputarlo, es para poder situar sobre puntos de referencia primeros, fundamentales y nunca revocados, lo que sucedió en el psicoanálisis. Desde el origen se desconoció el papel constituyente del significante en el estatuto que Freud fijaba para el inconsciente de buenas a primeras y bajo los modos formales más precios (Lacan, 1957)[4]

 

El sueño (“vía regia del inconsciente”, como decía Freud, en alusión a la vía regia romana) pasó a ser interpretado por los mecanismos de la metáfora y de la metonimia, descritos por la lingüística –correlatos de la condensación y el desplazamiento en la nomenclatura inicial freudiana. Fue con estos términos que se creó la primera lógica del inconsciente. A partir de ellos, Lacan revisó la concepción freudiana, formalizando el psicoanálisis y evitando que la corriente "maternalista" continuara ganando cuerpo.

Así, partimos de un psicoanálisis de la escucha, avanzamos para el sentir y ahora “retornamos” a la escucha, instruidos por conceptos. En ese recorrido, aprendimos que cada persona tiene una matriz significativa, un axioma significativo –el fantasma- que da base a sus interpretaciones de la vida. Por eso decimos que en la primera clínica de Lacan el intérprete es el propio inconsciente.

 

EL PRIVILEGIO DADO A LO QUE NO HACE SENTIDO

La historia no paró ahí. Con la aproximación del siglo XXI, la clínica requirió modificar nuevamente su énfasis. Ya no interesaban tanto las matrices significativas como el punto opaco de significación para cada persona. Ello fue abordado por Lacan en diversos momentos de su enseñanza como algo fundamental: lo que escapa al espejo, al reconocimiento que otros puedan tener de usted. El punto en que incluso usted mismo no se reconoce.  Es, paradójicamente, el punto de mayor libertad, que causa deseo, que incita para que algo más pueda ocurrir.

            La opacidad de la significación y el silencio que implica, hoy tan importantes para nuestro trabajo, no son nuevos para el psicoanálisis. Ya había sido notado por los psicoanalistas en 1910 e inquietaba al propio Freud. En su último texto: “Análisis terminable e interminable” (1937/1975) hay un pasaje que Lacan hizo muy famoso, en el cual Freud dice que, por mejor que sea conducida una interpretación en un análisis, siempre habrá un punto de resistencia. En el hombre será realizado como “la protesta masculina” y en la mujer, como “envidia del pene” –como Freud nombró, en su época, aquello que hay de inexplicable en la sexualidad. Independientemente de los términos o la visión freudiana del sexo, lo que él notaba es que siempre habrá un punto de vacío en un análisis, convirtiendo el proceso esclarecedor en algo infinito. Jamás será  suficiente lo dicho en un análisis, puede continuar indefinidamente, porque no todo puede ser nombrado.

            Si quisieran un correlato, está la creación artística. Imaginemos un pintor. ¿En qué punto dice: “Este cuadro está terminado”? ¿Por qué Picasso dijo “basta” ante al Guernica? ¿Por qué Vincent Van Gogh dijo “es así” ante sus girasoles? En el momento en que el artista dice “basta”, el cuadro termina –más también permanece el infinito de la obra. La obra es, al mismo tiempo, terminada e interminable, como un psicoanálisis.

            En el siglo XX, en su nacimiento, el psicoanálisis estableció una clínica con una estructura tan bien concebida, que las personas comenzaron a creer que era la verdad de la especie humana. El complejo de Edipo, obra de la genialidad de Sigmund Freud, es un software que durante 100 años funcionó mucho mejor que cualquier software creado por Bill Gates. Hacíamos análisis a través de la clave del Edipo, entendíamos los amores, las peleas con nuestros padres, las elecciones profesionales, en fin, todo en el sentido edípico. Como la sociedad respondía a un patrón vertical de organización, era posible que se orientara en torno a una versión única: el padre. Los patrones de comportamiento eran relativamente estables y, por tal motivo, era posible valorar la articulación simbólica del inconsciente. Son las características de la primera clínica de Lacan.

            Hoy estamos en un mundo de organización horizontal y de opciones múltiples. Las quejas en la clínica son mucho menos de lo que sucedió, y más, sobre lo que va a suceder. Las personas están desbussoladas[5], desorientadas, perdidas. Dicen: “no sé lo que voy a hacer”, “no sé a dónde voy”. Intentan agarrarse a respuestas ajenas, en libros de autoayuda, neo religiones, exorcismos de madrugada o pensadores con cara de introspección anuncia desgracias.

La angustia es predominantemente por el futuro, razón por la cual no dogmatizamos más el psicoanálisis del pasado. Él ya no nos ata tanto. El futuro asusta a las personas. Percibimos así que el software freudiano ya no lee algunas aplicaciones que necesitamos correr en el siglo XXI. No lee el fracaso escolar, la epidemia de las drogas, los asesinatos de los padres por sus hijos, las acciones y agresiones inusitadas, en fin, no lee nada que emerja del corto-circuito de la palabra, del sin sentido. Es por tal motivo que la clínica analítica tiene que cambiar.

            El psicoanálisis, como todas las otras disciplinas, necesita adecuarse al mutante de la globalización. Hoy, reexaminamos las estructuras que ya no funcionan. Todo requiere ser reinventado. Para no dejar a las personas a la deriva, es necesario diferenciar y precisar, las nociones de culpa y responsabilidad.

 

LO MÁS ÍNTIMO DE MI MISMO ERES TÚ

¿Qué nombre daremos a la clínica del siglo XXI? No será más el psicoanálisis de “Freud explica”. Antes, se generaba conocimiento a partir del no saber. Hoy, diferentemente, se implica a la persona en lo que ella no sabe.

“No saber” es una expresión usada en el habla común para designar lo inconsciente. Implicar a alguien ahí, significa afirmar que las decisiones de su vida tienen que tener en cuenta el sin sentido. La persona decidirá las cosas que le son más importantes en base a una apuesta. Para la mayoría de las personas, ¡eso es aterrador!

Jacques-Alain Miller reconoció que en el tiempo actual el Otro no existe (Miller, 2003, p. 12). Es una época de riesgo, en que nos corresponde la responsabilidad frente a lo desconocido, la sorpresa y el encuentro. Hay que responder a partir de la propia singularidad.

Este cambio de mundo nos pide un encuentro analítico en el que las personas no necesiten retroceder ante el temor de tener que tomar una opción precipitada.  En el que puedan decir “si” a la extrañeza de lo que hagan, en su singularidad.

Invención y Responsabilidad (I.R.) marcan el momento de la clínica actual. La persona inventa una respuesta para lo que no sabe y, en seguida, se responsabiliza por ello. I.R. es la solución necesaria para un mundo post-edípico, post-significativo vertical, post-moderno, globalizado. Es a eso que llamamos la segunda clínica de Lacan, o clínica de lo Real –aludiendo a lo sin sentido. Las coordenadas de esa clínica fueron esbozadas por Lacan en los últimos años de su enseñanza, pero corresponde a nosotros explicarla, amplificarla y probarla.

El psicoanálisis actual funciona con la ética de la consecuencia y no del principio. En la clínica de hoy es necesaria una nueva posición del analista, que dé al analizando una implicación no asustadora en el no saber.

Publiqué un caso atendido en la Clínica de Psicoanálisis de Genoma Humano[6] en el cual fue posible testimoniar un gran cambio en la primera consulta. Era una persona con grave distrofia en los miembros inferiores y superiores, e historia reciente de toxicomanía. Se había peleado con la familia y vino a consultar sin haberse bañado en los últimos seis días, diagnosticado como deprimido.  La cocaína, el alcohol, la suciedad, las peleas con su mujer, no estar trabajando, eran para él, formas duras de interpretar su parálisis.

Llegó al primer encuentro esperando que yo le tratase como todos los que antes de mi escucharon su relato, compadecidos por su enfermedad degenerativa (Forbes, 2011). La compasión es un remedio que muchos llevan en el bolso para alejarse del sufrimiento. Como diría Nietzsche (1888/2006) la compasión es uno de los peores vicios de la especie humana, vista por muchos como virtud.

Como anteriormente le sucedió muchas veces, el hombre creía que yo iría a ayudarlo a resignarse en su destino trágico. Sería lo peor que yo podría hacer. Preguntó, con voz sufrida y embargada, si yo tenía alguna idea de lo que era despertar por la mañana, tomar el bastón, mirar la puerta del baño entre abierta y no saber si aún  le sería posible levantarse. Me aproximé para responderle delicadamente, pero con firmeza: “¡No tengo la menor idea!”

Por unos pocos segundos, imaginé que reaccionaría con agresión. Puede sonar malvado alguien que tiene el valor de decir: “yo no tengo la menor idea”, ante la miseria humana. No era maldad. Era una forma de mostrar que el analista no responde con un “yo también”, cuando usted le cuenta su historia. El no hace como en la vida social, en la cual siempre estamos robando la especificidad de las experiencias y todo es llevado al común.

Al menos una vez en la vida es bueno encontrar a alguien que no responda “yo  también”, que restituya la gracia de la experiencia única. Así, la persona percibe que no le queda lo prêt-à-porter. Que, a cada ocasión, es preciso inventar. Sin encontrar eco en el analista para dar respuestas listas, la persona debe dar una salida inédita, diversa y responsable a su sufrimiento. No hay sufrimiento que justifique que una persona renuncie al hecho de ser única. Fuera del sufrimiento prêt-à-porter, cada uno inventa su singularidad.

Luc Ferry (2008) es el pensador que me ayuda a entender el contexto de esta nueva acción clínica. Él plantea que vivimos un tipo de organización social influenciado por la deconstrucción propuesta por Nietzsche. A lo largo de la historia hemos atravesado, formas de organización religiosa muy amplias, que regían la sociedad, primero cósmicas (de la naturaleza), después basadas en el monoteísmo. En seguida, describe Ferry, vinieron tiempos modernos, dirigidos por las jerarquías de razón. El hombre racional, como ideal, sustituyó a Dios, como referencia para la vida. Era el primer Humanismo, de la filosofía iluminista. Hasta que Nietzsche, con su “martillo”, minó todas las ideologías e ídolos orientadores de las ideologías verticales. En su camino (y de otros autores como Freud, Marx, Lacan, Heidegger, por citar algunos de los grandes deconstructores), llegamos al tiempo de construir un segundo Humanismo, basado en un nuevo amor, no más orientado por el padre, por la jerarquía, como es el amor edípico, sino por la necesidad de estar con mi par, para saber más de mí. No es ya tanto “ama a tú prójimo como a ti mismo”, sino más bien, ama a tu prójimo para saber de ti mismo. Este es el contexto de nuestra sociedad en red.

En el nuevo amor, no me entiendo por la referencia a un patrón, sino por medio de un compañero. Lo más íntimo y extraño de mí mismo eres “tu”, que me representa aquello que me excede. La base de esta idea fue desarrollada por Freud (1919/1976) en el concepto de “das Unheimliche”, traducido como  “lo extraño”. Si cada uno de nosotros tiene algo extraño, requiere de un analista para encontrarse con lo íntimo de sí mismo.

 

CONSIDERACIONES FINALES

Concluyendo: el psicoanálisis surgió en el momento en que se escuchó a la histérica. Después, fue el momento de “sentir” lo que no podía ser dicho por el analizando. El tercer momento, emprendido por Jacques Lacan, realizó el famoso “retorno a Freud”, para recuperar la escucha de las manifestaciones significantes. Ahora, estamos en el cuarto momento, de construcción de una nueva clínica, que soporta el silencio en la escucha, la incomprensión radical, la invención, la consecuencia de lo Real.

Tenemos, hoy, un nuevo amor sin sentido y esencial. Él traerá consecuencias en todos los sectores del lazo social. La política de nuestro tiempo se alejará de las grandes causas. Nadie más dará su vida por un ideal. Esto no quiere decir que los jóvenes de hoy sean menos apasionados y creativos de lo que fueron los de la generación de sus padres o abuelos.

Ellos están construyendo un nuevo mundo, de la política del vecino. La ventana quebrada de su calle, incomoda más, de lo que una guerra distante. Esto no significa que los valores estén torcidos. Las ventanas quebradas se comunican en epidemia. La política se da en cualquier lugar. Hoy, estará donde haya alguien que pueda emitir algo que toque al otro sin que, necesariamente, el otro comprenda. La política es viral.

La pregunta que las personas necesitan hacerse no es más iluminista, que confirma si usted me entendió. Hoy necesito saber si usted se dejó tocar por lo que yo dije, como la expresión de los jóvenes: Ta ligado?[7] Su pregunta no solicita ninguna respuesta comprensiva. Sólo confirma la red en la que uno encuentra su intimidad en el otro.

Ahora, ante las comunidades que se forman, existen dos opciones: ser singulares o ser genéricos. Nuestro tiempo es el primero en ver esa organización social horizontal, en los últimos dos mil años de historia. En ella, tenemos una gran responsabilidad. Podemos elegir la primera opción. Será un gesto de confianza en la red. Desde mi punto de vista, no existe mejor discurso que el psicoanálisis, para tratar los impases de quien desea hacer esa elección.

 

 

Referencias bibliográficas

 

BÖRNE, Ludwig. (1823) Die Kunst, in drei Tagen ein Originalschriftsteller zu warden. In: Sämtliche Schriften. v. 1. Düsseldorf: J. Melzer, 1964-68. p. 740-3.  (Trad. Al español. Ensayo, El arte de convertirse en un escritor original en tres días. En La eternidad en un día. Clásicos del periodismo alemán, 1893-1934, Barcelona:  Acantilado, 2016)

BREUER, Joseph & Freud, Sigmund (1893-95) Estudios sobre la histeria. En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo II. Buenos Aires: Amorrortu, 2001 (Sexta re-impresión)

FERRY, Luc. Familia y amor: un alegato a favor de la vida privada. Madrid: Taurus 2008.

FORBES, Jorge. Não tenho a menor ideia. In: Desautorizando o sofrimento socialmente padronizado em pacientes afetados por doenças neuromusculares. Tese de doutorado. São Paulo: Universidade de São Paulo, 2011. p. 111-3.

FREUD, Sigmund. (1919) Lo ominoso (Das Unheimliche). En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo XVII. Buenos Aires: Amorrortu, 2001 (Sexta reimpresión) p. 215-251.

_____________. (1937) Análisis terminable e interminable. En Obras Completas de Sigmund Freud. Tomo XXIII. Buenos Aires: Amorrortu, 2001 (Sexta reimpresión) p. 211-254.

LACAN, Jacques. (1953-54) El seminário. Libro1. Los escritos técnicos de Freud. Buenos Aires: Paidós, 1981.

_____________. (1957) La instancia de la letra en el inconsciente o la razón desde Freud. En: Escritos I. México: Siglo XXI, 1984 (décima edición en español). P. 473-509.

MILLER, Jacques-Alain. La invención psicótica. Virtualia No. 16. Revista Digital de la Escuela de la Orientación Lacaniana EOL. En: Formas contemporáneas de la psicosis. Buenos Aires: EOL, Febrero/Marzo de 2007.

 NIETZSCHE, Friedrich. (1888) El crepúsculo de los ídolos. Madrid: Alianza Editorial.2013

SAUSSURE, Ferdinand de. (1916) Curso de lingüística general. Losada, 1945.

 

 

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*Traducción por Camilo E. Ramírez, con autorización del autor.  Agradezco a Teresa Genesini, por la revisión y valiosas sugerencias a este trabajo de traducción (N. del T.) Texto original: Forbes, Jorge, A análise lacaniana hoje: ingredientes, indicações e modos e usar.  Em Forbes, Jorge (ed.); Riolfi, Claudia (org.). Psicanálise: a Clínica do Real. Baureri, SP: Manole, 2014. Cap. 1, p. 3-20 

**Psicoanalista y médico psiquiatra brasileño. Uno de los principales introductores de la enseñanza de Jacques Lacan al Brasil, de quien frecuentó su seminario en los años 1976-1981. Maestro en psicoanálisis por  La Universidad de Paris VIII, doctor en Teoría Psicoanalítica por la Universidad Federal de Río de Janeiro y también doctor en ciencias por la Universidad de São Paulo. Uno de los fundadores de la Escuela Brasileña de Psicoanálisis, director general de IPLA, Instituto de Psicanálise Lacaniana http://www.ipla.com.br/  Creador y presentador del programa Terra Dois en TV Cultura. https://www.youtube.com/channel/UC7B7bLcR8jKAGhQ1-GJVvcg  (N. del T.)

[1] El texto original, dice:  “Examinemos, então, nosso passado, para reconhecer o que, agora, é mais efetivo, leve e eficiente no trabalho clínico”. Aquí se entiende leve en el sentido de ligereza-eficacia, algo en relación con lo esencial, lo necesario, contrastado con lo excesivo, innecesario, lo pesado de la “maleta saturada” de conceptos psicoanalíticos obsoletos, figura empleada por el autor.  (N. de T.)

[2] Lacan, J. La instancia de la letra en lo inconsciente o la razón desde Freud, en Escritos I, México: Siglo XXI., 1971, p. 473-509.

[3] Sassure, F. Curso de lingüística general. Akal: Madrid, 1980 (N.del T.)

[4] Lacan, J., Op.cit. 1971 págs. 492-493.

[5] Decidimos dejar intacto y no traducir al castellano el término “desbussoladas”, tomado del francés “déboussolé” que se traduce como “confundido”, “sacudido”, “sin brújula”, “sin guía”, que el autor adapta al portugués como “desbussoladas”, por su vital importancia para el contenido de la argumentación de éste capítulo. (N. de T.)

[6] Clínica de Psicoanálisis del Genoma Humano, fundada por Dr. Jorge Forbes junto a la Dra. Mayana Zatz, bióloga molecular y genetista, directora del Centro de Investigación sobre Genoma Humano y Células Tronco de la Universidad de São Paulo (USP) http://www.genoma.ib.usp.br/pt-br/servicos/clinica-de-psicanalise (N. del T.)

[7] La expresión “Ta ligado?” se traduciría literalmente como “¿Estás conectado?” Surge del habla de los jóvenes, a partir de los años 2000, en torno a la experiencia de la música electrónica, refiriéndose más una solicitud de ¿Estás conmigo? ¿Me sigues? ¿Estás conectado? ¿Verdad?, etc. Diferenciándose de otras expresiones, como serían  “¿Me explico?, “¿Me entiendes?” “¿Sabes cómo? O el anglosajón “Do you know?”,  que se ubican  más en una línea iluminista, del razonar y no del resonar, como el autor mismo lo destaca. (N. de T.)