Del sufrimiento a la invención

 

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Por

Camilo E. Ramírez

 

“Antes de que yo pueda decirle algo, es preciso que haya averiguado mucho sobre usted;

 cuénteme, por favor, lo que sepa de usted mismo…

Diga, pues, todo cuanto se le pase por la  mente.

Compórtese como lo haría, por ejemplo un viajero, sentado en el tren del lado de la ventanilla

que describiera para su vecino del pasillo como cambia el paisaje a su vista”

Sigmund Freud, 1913*
 

 

Solo el amor y el humor hacen posible tratar lo intratable del sufrimiento humano; por su parte el humor y el psicoanálisis posibilitan, tomar distancia, humorística y creativa ante el pesar, de la vida, del amor…

Durante un psicoanálisis, se puede hacer el pasaje, el cambio, del síntoma como sufrimiento, al síntoma como ocasión e invención.

A partir del relato (que posibilita el encuentro, el sin sentido, la repetición, la confusión, la risa…) de una vida, así como todas sus peripecias, sin sentidos y encuentros, es que se pueden seguir las pistas, para dar con esa forma singular, insustituible, que cada sujeto porta, el deseo que nos habita.

En psicoanálisis no se trata de tomar una vida que será comparada con una “vida modelo a seguir”, un tratamiento donde todos se parezcan a un ideal (moral, psicológico, etc.) que ofrecería el psicoanalista, eje más bien de los tratamientos moralizantes, que se producen a través de una escucha disciplinadora (lo que hay que hacer/ser y lo que no hay que hacer/ser) que organizan las psicoterapias y la psiquiatría. Sino más bien, se parte del hecho de que cada vida, cada malestar, cada síntoma y  sufrimiento, poseen los rasgos singulares de una subjetividad y deseo que habita a cada cual, y que es precisamente a través de “eso que hace sufrir” que se puede “dar la vuelta” y crear algo a partir de ello.

El pesar y el hablar guardan una intima relación con el instante y creación de lo nuevo, hasta ese momento desconocido, inhibido, que requiere ser reconocido, como vía para sustentar y expresar la singularidad de cada cual, su inventiva. Es decir, crearse un nombre para sustentar su forma singular de existir, dejando caer las problemáticas y malestares provenientes de la identificación con la  imagen exterior que atrapa y aprisiona, justamente por su relación con el “deber ser”, hacerlo inoperante, diluirlo. 

 

 


 * Freud, S. Sobre la iniciación del tratamiento (nuevos consejos sobre la técnica del psicoanálisis I (1913) OC Tomo XII, p. 135